Cuando recuerdo mis años recientes como estudiante de
literatura, siempre pienso en las valiosas lecciones que me impartió Mario
Barrero, uno de mis profesores más queridos. En sus clases, el profesor Barrero
le daba mucho énfasis a la importancia de la imagen. La discusión sobre las
obras siempre iba de la mano con la discusión de alguna película, que de una
manera o de otra, siempre resultaba ser un material interesante para
complementar los contenidos de la clase. En un momento preciso, alguno de los
alumnos le preguntó al profesor a qué se debía su interés por el cine y por
empatar el lenguaje fílmico con el lenguaje literario. “Yo creo que estudiar el
lenguaje cinematográfico y el lenguaje de las imágenes en general es sumamente
importante para la formación académica de los alumnos de literatura. En nuestro
siglo presenciamos la muerte de la novela y la estamos reemplazando por la
validez narrativa de las imágenes, que en el cine, en la publicidad o incluso
en las obras pictóricas, están adquiriendo la habilidad sorprendente de contar
historias”. La respuesta del profesor Mario nos dejó fríos a todos; todos éramos
estudiantes ingenuos convencidos de la validez de la academia y de la
grandilocuencia de la obra literaria, pero en pocos minutos todos logramos comprender
la otra cara del asunto.
Como todo buen profesor, más que llenarme la cabeza de
contenidos, Mario logró generar en mí una gran curiosidad por el lenguaje de
las imágenes. En mi trayectoria como estudiante, busqué interesarme más por el
cine y por las obras pictóricas o fotográficas, que contaban historias incluso sobre mí misma. El
universo de las imágenes se abrió ante mí, y vi como esas obras me hablaban de
forma directa, me juzgaban, me comprendían, me conocían incluso más que las
enormes novelas de Émile Zola, o los dramas femeninos de la aclamada Jane
Austen. Mario me hizo comprender que el lenguaje de las imágenes es realmente
nuestro lenguaje, el lenguaje del siglo XXI, y que ninguno de nosotros puede
prescindir de él. Creo que esta cautivación por el mundo de las imágenes y por
el poder extraordinario que tienen sobre nosotros, forma parte de ese proceso
de globalización constante, en el que el mundo visual se convierte, de cierta
forma, en un lenguaje que todos podemos comprender.
Yo llegué a interesarme por la novela gráfica en tiempos
muy recientes. Siempre había sido amante de las tiras cómicas, de nuestra
querida Mafalda o de Calvin y Hobbes, los simpáticos personajes de Bill
Watterson. Mi primer contacto con la novela gráfica se remonta al estudio en
una de mis clases de periodismo de la famosa obra Maus de Art Spiegelman, o a mi lectura deliberada de la obra Persepolis de Marjane Satrapi. Siempre
me generó curiosidad cómo este tipo de propuestas podían empatar en un mismo
artefacto el mundo maravilloso de la narración con la fuerza cautivadora de la
imagen, y cómo podían reinterpretar el significado del libro para ponerlo al
servicio del elemento visual. Sin embargo, estas obras aún no habían salido del
cajón de la palabra: el diálogo aún prestaba un servicio importante a la
redacción de estos relatos, y presiento que sin la increíble reverencia al mundo
de las letras, estas novelas no hubieran podido existir. Cuando la novela
gráfica The Arrival de Shaun Tan
llegó a mis manos, pude notar que ese pacto silencioso entre el relato escrito
y la imagen se estaba desligando de manera profunda. En la obra del dibujante
chino-australiano descubrimos un maravilloso relato que se sirve únicamente de
la imagen visual para contar su historia. Shaun Tan no utiliza ni un solo
diálogo en toda su novela, y aún así la historia nos resulta perfectamente
comprensible y conmovedora.
Sin duda alguna, The
Arrival muestra una evolución importante en cuanto a su antepasado más
inmediato de la tira cómica, y llega a trasmitirnos un mensaje aún más certero
que el de Maus o el de Persepolis. ¿Qué particular tiene esta
obra, además de la ausencia de diálogo, que pueda cautivarnos de esa forma tan
directa? ¿Qué uso le da Shaun Tan a la imagen para mostrar una evolución
importante en la presentación de un tema a través de la herramienta visual?
Creo que la respuesta más certera para estas preguntas está en la simbiosis
entre historia y ficción que encuentra en la imagen la vía más acertada para
trasmitir un mensaje de carácter universal. Shaun Tan retoma un tema de
invaluable importancia histórica como la migración, que a final del siglo XIX y
a principios del siglo XX fue un hecho histórico de carácter mundial. Esa
apelación al pasado se empata de forma directa con un universo ficcional, que a
través de la fantasía de las imágenes, logra hablarnos de hechos reales,
comprensibles para todos gracias al lenguaje intrépido y global de la
literatura visual.
Cuando tuve mi primer encuentro con esta obra (que se dio
en ocasión de mi investigación sobre las migraciones italianas en los Estados
Unidos) me dio la impresión de sostener en mis manos algo muy antiguo,
deteriorado por el paso de los tiempos pero luchando por sobrevivir (véase
imagen 1). El libro de Shaun Tan tiene la apariencia de un viejo álbum
fotográfico, o de un antiguo registro postal. Su carátula parece ser la de una
reliquia de otros tiempos, cubierta de polvo, resucitada del pasado. Desde
nuestra primera impresión, The Arrival es
ya una imagen que apela a nuestro concepto global de lo antiguo, de lo que
viaja a través de los tiempos para contarnos una historia en este presente,
mientras nos sentamos en nuestro sillón contemplando desde la ventana el
frenesí de la vida moderna.
1- Carátula de The Arrival. |
Cuando abrimos sus páginas, ilusoriamente raídas y
deterioradas por el paso de los tiempos, descubrimos que el autor nos regala la
historia de un migrante, que abandonando su país natal viaja hacia tierras
extrañas. En The Arrival, Shaun Tan
muestra como ese pequeño migrante va adaptándose al nuevo lugar, conociendo su
idioma, sus hábitos y costumbres, pero sobretodo formando una gran red de
solidaridad con los otros migrantes que por circunstancias dolorosas y
terribles tuvieron que abandonar sus países y buscar oportunidades en este
nuevo entorno. La historia del personaje de Shaun Tan pudo haber sido la
historia de cualquiera de los migrantes, que a finales del siglo XIX y a
principios del siglo XX, formaron parte de esa migración en masa de carácter
universal.
El lenguaje pictórico del autor está lleno de imaginación
y fantasía. Si bien Shaun Tan retoma un hecho de carácter tan real como el de la
migración, la ubica en un universo extraño, lleno de criaturas fantásticas, de
animales curiosos, de objetos voladores y de alimentos poco comunes (véase
imagen 2). Si bien este carácter fantástico consigue darnos a entender la
diferencia tajante entre estos dos mundos, también les otorga un matiz de
simpatía, que hace del entorno un contexto amable en el que el personaje
principal podrá adaptarse. Esta afabilidad permitirá un diálogo entre universos
opuestos, un proceso de enseñanza recíproco que dará lugar a que exista una
especie de fraternidad entre las dos culturas. En otras palabras, a través de
estos elementos ficcionales y fantásticos, el autor trabaja el significado de
la obra, y el mensaje que con ella quisiera trasmitir, pero a través de las
referencias históricas, Shaun Tan logra que su público se identifique con este
mensaje aterrizándolo a un contexto un poco más real.
2-Cena con criaturas fantásticas. |
De hecho, a la luz de lo que aprendí durante mis estudios
sobre las migraciones, puedo decir que el autor se inspiró en gran medida en las
imágenes de la ciudad de Nueva York a principios del siglo XX (véase imagen 3).
La apabullante modernidad de la ciudad que recibe al protagonista, la magnitud
de sus edificios, la intensa curiosidad que le generan los medios de trasporte,
y la enormidad de la metrópolis, nos recuerdan ese proceso de urbanización y
modernización que estaba viviendo la ciudad estadounidense a principios del
siglo pasado. Las experiencias del personaje se empatan en gran parte con las
experiencias que pudo haber tenido un migrante que llegara a Nueva York a
principios de siglo. De hecho, Shaun Tan elabora en sus ilustraciones la imagen
del encuentro entre dos mundos, retomando algunas experiencias claves del
migrante llegando a la gran ciudad.
3-Una ciudad fantástica inspirada en Nueva York. |
Una de las
imágenes más dicientes de la similitud entre los hechos históricos y el
universo de Shaun Tan, es la llegada del personaje al puerto de la ciudad
(véase imagen 4). Al igual que en la segunda película de El Padrino, el personaje avista el puerto desde la cubierta del
barco junto a los otros migrantes que lo acompañan en su viaje. Todos se paran
para observar la realidad que los espera. En el panorama ilustrado, el autor
introduce un monumento, que como la Estatua de la Libertad, le da la bienvenida
a los migrantes a ese nuevo mundo. En
este caso, la escultura también representa una promesa ante los ojos de los
nuevos allegados: un hombre dotado de una maleta (en representación de los
migrantes), le da la mano a otro , dotado de provisiones y otros artefactos (en
representación de la población local). La estatua simula a la perfección el
encuentro afable entre dos mundos y el acuerdo mutuo de amabilidad, respeto y
aprendizaje recíproco. Al igual que la Estatua de la Libertad le prometía a los
migrantes prosperidad, progreso y libertad de pensamiento, el monumento fruto
de la imaginación de nuestro autor promete tolerancia y solidaridad entre dos
mundos opuestos.
4-Reinterpretando la Estatua de la Libertad. |
La experiencia de Ellis Island, las imágenes de las
ventas ambulantes en los barrios de Nueva York y otras visiones claves
inspiradas en la migración hacia los Estados Unidos a principio del siglo XX, cubren
el libro de Shaun Tan de experiencias reales dibujadas con un hálito de
fantasía. La controversia entre ficción y realidad encuentra una pacificación
en las imágenes de Shaun Tan, que utilizando la ficción como medio para
trasmitir significados, logra hablar de la realidad histórica y cultural del
migrante a principios del siglo XX. Ese carácter universal, animado por el
encuentro entre historia y fantasía, le da al relato de nuestro autor un tono narrativo
irreprochable, que logra igualarse de forma casi exacta a la magnificencia de
los grandes clásicos de la literatura.
Valentina me gustó mucho tu reseña! La migración es un tema apasionante que ya habías tocado antes a propósito de la bandera sembrada en una matera en la biblioteca familiar.
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